La definición técnica dice: El monopolio es una estructura de mercado en donde existe un único oferente de un cierto bien o servicio, es decir, una sola empresa domina todo el mercado de oferta. Cuando existe monopolio en un mercado, y solo hay una empresa capaz de ofrecer un producto o servicio que no cuenta con sustitutos cercanos de esta forma, los consumidores que desean adquirir el bien o servicio sólo pueden acudir al monopolista y deberán aceptar las condiciones que este impone. Esto nos pasa a aquellos que vivimos en las afueras de la ciudad y soportamos el deficiente servicio de CTNet. En lo que va del mes de enero de este año, tuve cortado el servicio de internet 5 días. En algunos casos los fines de semana. No solamente es el inconveniente de no tener señal de internet, sino que no podemos cumplir con nuestras obligaciones, para aquellos que trabajamos con la red; sino, además, como aumenta el servicio sin reconocer sus fallas y que no tiene descuentos, pero si te cobran intereses cuando un cliente se atrasa en la fecha de pago, que no es mi caso, pago religiosamente la factura mucho antes de su vencimiento.
Sin ningún miramiento para sus clientes ni atenciones, y mucho menos descuentos. Los fines de semana no hay guardia de servicio, y cuando te atiende alguien en los días de semana me tratan como si fuera idiota. En fin, no me gusta quejarme, pero los abusos son difíciles de digerir, sobre todo cuando leemos en su marketinera página:
“Es una empresa familiar que ofrece el servicio de televisión por cable desde hace 30 años en San Rafael. A partir de allí se fue extendiendo hacia los departamentos cercanos llegando a todo el Valle de Uco y a Malargüe. Ofrece además el servicio digital para las familias más alejadas a la ciudad donde el cable aún no llega y para todos aquellos que prefieran una imagen digitalizada para disfrutar.”
Si bien decía que no me gusta la queja no puedo alejarme de la realidad que se repite una y otra vez. Empresas cuyo único objetivo es vender y solo vender, mostrando total indiferencia cuando llegan las reclamaciones y aquellos clientes que exigen sus derechos como consumidores. Las malas experiencias ahora no terminan tras la ventanilla de atención al cliente. Los consumidores están dispuestos a luchar y denunciar de forma abierta ante los abusos de muchas empresas, y los medios y redes sociales, se han convertido en el campo de batalla donde la reputación de las marcas está en juego. Es una pena que a ellos no les importe.
Para DiadelSur: Juan Jose Martinez