El nombre «Malargüe» es una derivación de las palabras mapuche «malal» —barda, especie de corral que aprovechaba pequeñas elevaciones del terreno rodeadas por un corte, donde se encerraban animales— y «hue» (lugar). Extraño que si la denominación del departamento mendocino de Malargüe sea la derivación de palabras mapuche, nada tenga que ver con el sacrificado pueblo originario…
Los mapuche-pehuenche se fueron transformando en un grupo étnico como colectividad con intereses en común, que mezclaron sus formas culturales (parentesco, mitos, ritos, etc.) para competir o defender sus intereses
Oscar Soto, docente universitario en la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales de la UNC y becario del Conicet, autor de un estudio que es parte del libro: «Etnopolítica mapuche-pehuenche: escenarios de reemergencia indígena en Malargüe»
habla acerca de la invisibilización y silenciamiento de los pueblos originarios en nuestro país.
Soto cita en su estudio que «En la Argentina de la redemocratización, la conceptualización de lo indígena extinto actúa como elemento explicativo de la reactualización de las dominaciones en forma de configuraciones sociales».
Añada que «se trata de procesos históricos que manifiestan interdependencia entre grupos sociales, con diferenciales de poder, que implican mutuas constricciones y diferenciaciones entre clases y estatus, respecto a la colocación del pueblo indígena en un estadío pasado, y que se intenta desdibujar la identidad mapuche en el sur de la provincia de Mendoza».