Juglares de Vendimia: Pareció quedarse en la edad media

“Juglares de Vendimia, un canto a la naturaleza”, el espectáculo que celebró los 60 años de las fiestas de la vendimia  en el teatro griego. Debería haber sido distinta, de invertir mejor el dinero de todos los mendocinos…simplemente saber un poco o preguntar a los que saben…

Nuestro colega Walter Gazzo hace un interesante análisis con el cual coincidimos plenamente e indica: «Vamos a convenir algo: la Fiesta de la Vendimia constituye un «género» en sí mismo, mezcla de teatro, music hall, bailes y música, que se puede caracterizar por un estilo ecléctico por sobre todas las cosas. La sumatoria de ellas logra el equilibrio que muchas fiestas han alcanzado. Pero, cuando ese delicado equilibrio se rompe, se nota mucho.

Este “Juglares de Vendimia, un canto a la naturaleza” apostó demasiado a lo teatral, con larguísimos parlamentos y escasos movimientos coreográficos por momentos que -en varias ocasiones- nos hizo retroceder en el tiempo, casi poniéndonos de cara a una fiesta de los 90. Es más, la escenografía minimalista ayudó mucho a esa sensación. En ningún momento se notó que era una fiesta moderna, del 2023. Y es que el texto al que se aferró la historia no lo permitió. Y fue ahí donde el “género vendimial” quedó perdido.

Veamos: “Juglares de Vendimia, un canto a la naturaleza” apostó su mensaje de manera plena al ambiente, su cuidado y destrato, a lo que estamos ocasionando con nuestro accionar. Pero ese recado no logró ser transmitido de manera clara y concreta. Los encargados de llevar esos anuncios eran los juglares, que más de una vez durante la fiesta, perdieron el hilo. Y todo se hizo complicado. La Naturaleza y los juglares eran los protagonistas y por momentos pasaron desapercibidos y poco entendidos (el de la historia, comediante romántico de la cronología de los hechos; la de la Montaña, con sus cóndores en guardia; el de los Viñedos, intrépido y vigoroso; la de la Bodega, bella, encantadora y risueña; la de la Fe, alquimista sagrada de las creencias; y el de los Terruños, seguro, fuerte y decidido).

El inicio fue distinto a lo visto en los últimos años y, por ende, esperanzador. La murga La Buena Moza en escena siendo protagonista del mensaje rompió esquemas, fue disruptiva y siempre estuvo a tono de la ocasión… pero casi que todo quedó allí.

Hubo cuadros insulsos, descolgados (como los laboratoristas o los que representaban al reciclaje) que estaba más para una fiesta departamental que para una central. A eso, hubo momentos de escenarios vacíos y textos largos que no ayudaron más allá de las siempre efectivas cajas lumínicas.

Distintos fueron el cuadro sanmartiniano (aclamado por el público pero con un discurso rozando lo demagogo) que tuvo la ayuda de una ficción en la pantalla central y un enorme despliegue coreográfico; o el de Virgen de la Carrodilla, resuelto de manera simple, directa y respetuosa. Ahí se vio la mano arriesgada del director debutante Franco Agüero pero no se animó a mucho más. Hubo invitados especiales que pasaron desapercibidos y eso no es un lujo que uno se puede dar en Vendimia. Los cuadros de Argentina Federal y América Latina fueron bien resueltos y no hubo lugar a los inmigrantes.

La banda musical fue justa pero no brilló como en otras fiestas. Es cierto que el sonido le jugó una mala pasada y los efectos estéreos -que abundaron- terminaron complotando pero la fuerza de semejante orquesta fue reconocida. Las canciones fueron bien elegidas y sirvieron para crear ambientes (en varios casos «cinematográficos»).

La fiesta prometía más de lo que fue pero nos tiró para atrás, con un joven director que trató de ir a lo seguro más allá que tuvo una buena ocasión para marcar una bisagra, pero que se quedó a mitad de camino. No fue coreográficamente abrumadora ni visualmente apabullante. Los malambos finales siempre son efectivos pero con eso no alcanza…

La Fiesta Nacional de la Vendimia debe renovarse, ser distinta, moderna y esta vez se quedó a mitad de camino, cuando tuvo la enorme posibilidad de marcar un cambio.

El staff
Director general: Franco Agüero

Guion: Jorgelina Flores

Director audiovisual: Sergio Sánchez

Directora coreográfica: Paula Verón

Directora de actores: Olga Graciela Lopresti

Directores musicales: José Darío Maugeri y Nicolás Palma

Responsables de idea escenográfica: María Claudina Gomensoro y Florencia García Alcaraz

Responsable de cajas lumínicas: Felipe Santiago Gerardi

Jefe técnico: Enrique Poblete

Asistente de iluminación: Nicolás Alberto Carrasco

Asistente de sonido: Fernando Cremaschi

Responsable de efectos especiales: Rafael Sebastián Navarta

Jefe de vestuario y maquillaje: Raúl Adrián Di Carlo

Asistente de maquillaje: Sergio Ricardo Sotelo Montoya

Responsable de utilería menor y/o mayor: Rodolfo Isaac Carmona

Asistente de dirección audiovisual: Marcelo Julián Rivero Pallucchini

Productora ejecutiva: Sara Verón

Asistente de producción ejecutiva: Guillermo Walter Gómez

Jefe de traspuntes: Eduardo Alejandro Ortiz

Asistentes coreográficos de folclore: Germán Ariel Aciar y Adrián Jesús Emiliano Aciar

Asistente coreográfico de contemporáneo: Rodrigo Gastón Garro

Realidad aumentada

La experiencia fue trasmitida por la señal única, la pantalla de Acequia TV y en las pantallas ubicadas en el Teatro Griego Frank Romero Day. Fue más detallada y resaltada en la TV. Ese si fue un logro».

*Por Walter Gazzo/sitioandino.com.ar

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