Precariedad en bares, restaurantes y alojamientos

A ello hay que sumarle la informalidad de la oferta de alojamientos que existe.  pareciera que vivieramos en Sinaloa, México. En Mendoza no existen controles. ¿Será que existe complicidad gubernamental? Solo controlan a vehículos para que prosperen los talleres de la RTO que en su inmensa mayoría son amigos del gobierno de turno.

Tras la agresión de la joven moza de la Arístides, Humberto Montivero, líder de la Unión de Trabajadores del Turismo, Hoteleros y Gastronómicos de la República Argentina (UTHGRA), no sólo reconoció con amargura e impotencia que es poco lo que pueden hacer, como gremio, frente a la consolidación sostenida y en crecimiento del trabajo informal en Mendoza del rubro al que pertenece. Tampoco dudó en afirmar que la culpa por tal situación, la asociación la comparte con los empresarios que se valen de la necesidad de los jóvenes que emplean y a quienes esconden cuando se realizan las inspecciones, y al Gobierno provincial, al que le achacó ineficacia y mucha mirada al costado por un drama con el que se convive al nivel de flagelo en uno de los sectores de la economía provincial más dinámicos de todos.

La salvaje agresión a Agustina, la joven moza de un bar en la Arístides, atacada en la madrugada del martes por dos personas que, además, la acosaron sexualmente, destapó un debate sobre el tema que todos conocen, del que todos hablan, al que todos apuntan como una de las causales de la precariedad y la movilidad en el sector, pero que poco o nada se hace para contenerlo. La informalidad está presente, se calcula, en la mitad de los empleos que giran alrededor del negocio de los restaurantes y bares. Agustina se encontraba en esa situación, de acuerdo con lo que admitió, tras haber sido agredida y casi desfigurada, al ser golpeada con un vaso que le estrellaron en la cara, en la que se trabaja fuera de registro y norma legal alguna, sin aportes previsionales ni de obra social y sin cobertura de ART. El sindicato, de acuerdo con lo que relató Montivero, le acercó su asistencia y puso a disposición la obra social sindical para ser atendida.

 

Pero Agustina no está sola en eso del trabajo informal en el rubro, y tampoco, lamentablemente, en cuanto al sufrimiento de agresiones, malos tratos y acosos por parte de los clientes. Son cientos de Agustinas quienes comparten las mismas experiencias y que se reparten a lo largo y a lo ancho de la oferta gastronómica de una orgullosa Mendoza que saca pecho ante el resto de Argentina y de mundo mostrando su altísimo nivel de calidad, de cantidad y diversidad en un rubro clave que apuntala la industria turística. Y el avance de la informalidad se sostiene y crece al ritmo en que también se suman las manifestaciones de condena por parte de quienes deben combatirla. Digamos que las tres ramas más trascendentes que la rodean: los empresarios, el Gobierno, como poder de policía y de control, y el sindicato, sólo dicen y plantean quejas, conociendo de antemano que nada ocurrirá.

Ni el Gobierno ni los empresarios han intervenido, por ahora, en una suerte de grito extendido de los empleados, sobre todo, que se ha disparado desde el caso de Agustina. Un grito que busca llamar la atención y acción, más que nada, para enfrentar el drama. El Gobierno, sin tiempo para analizar el tema, según han dicho sus voceros, por estar súper concentrado en los cierres paritarios. Y los empresarios porque, en verdad, poco tienen para decir, más que admitir su rechazo a las normas y tener que asegurar la normalización de las relaciones laborales de sus unidades de negocios a sabiendas que no lo harán mientras puedan. Aunque no dejarán de quejarse nunca ni de criticar ni cuestionar con dureza la inacción del Gobierno para controlar, por caso, el creciente nivel de informalidad en ese floreciente negocio de los alojamientos vía plataformas digitales, básicamente.

En octubre, Fernando Barbera, como vicepresidente de la Asociación Empresaria Hotelero, Gastronómica y Afines, daba cuenta de la preocupación del sector que representa: “Si uno mira internet, las páginas como Airbnb, fácilmente se da cuenta de que hay más camas informales que camas habilitadas. Esto ya se lo planteamos a la AFIP hace más de 15 años y la respuesta fue: ‘A nosotros nos interesan los hoteles grandes, que es donde podemos recaudar mucho’”, según decía en declaraciones radiales. Y este jueves, pero en el ámbito de la nación, uno de sus colegas, Fernando Desbots, de la Federación Empresaria Hotelera Gastronómica Argentina (Fehgra), sostuvo: “La competencia desleal es una de las principales amenazas del alojamiento formal y nuestro desafío es incorporar la competencia desleal a la formalidad”, tras un encuentro con el ministro Matías Lammens para abordar el auge de la informalidad, pero en uno de los aspectos que más les duelen a los empresarios, no del lado de trabajo informal que, se insiste, avanza en el rubro.

Montivero, en su larga catarsis por los micrófonos de LVDiez, dijo que sobre la Arístides, donde prolifera el negocio gastronómico como en ninguna otra parte de la ciudad, “sólo 5 o 6, no más, de los negocios trabajan en regla, bajo las normas; el resto trabaja en negro y en la Peatonal de la ciudad, a metros de la sede de la AFIP, pasa lo mismo”.

Todas las perspectivas económicas para el 2023 son malas y más oscuras de lo que ha sucedido en el 2022. Con niveles de inflación superando el 100 en cuanto a las proyecciones, crecerá la pobreza y la indigencia y es probable también que el empleo se siga precarizando aún más. El informe más reciente del IERAL conocido este jueves así lo confirma: “Al empleo formal privado le ira peor: dado que el nivel promedio de esta variable en 2022 estuvo por debajo de 2015 y 2019 y que para el 2023 se espera una contracción de la economía, probablemente los niveles de empleo formal privado durante este año seguirán estando por debajo de los registrados en las últimas dos elecciones generales”.

Lo propio sucederá con el poder adquisitivo del salario del cual “es esperable –dice el informe– que continúen bastante por debajo de los registrados durante 2015 y 2019”, mientras que para el final agrega: “No es novedad que la economía de nuestro país registra severas complicaciones desde hace varios años. Si bien hubo un rebote de nivel de actividad después de la caída del 2020 (pandemia), la mirada dista de ser positiva. En términos per cápita, el ingreso promedio de los argentinos se ha contraído casi 10 puntos en los últimos diez años, comparado con el avance de cerca de 20 puntos registrado por el promedio mundial en igual período”. Todo dicho.

 

 

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