“Murió un juez cómplice de la patota del D2”

La expresión pertenece a Luz Faingold, actual titular de Derechos Humanos de Mendoza, indicó que la provincia fue clave para que la Justicia condenara al ex camarista por ser parte del aparato represivo durante la última dictadura. Pero por otra parte nietos de encumbrados militares en la provincia, que llegaron a ser interventores de Mendoza, torturaron, fueron genocidas, señalan en ámbitos de los derechos humanos que participaron en la muerte de muchos mendocinos, hoy están ligados con la política mendocina…

Faingold es mucho más que la directora de Derechos Humanos de Mendoza. Es el ejemplo claro de resiliencia; de la capacidad de seguir adelante, pero sin perder el foco en el pasado. De hecho, ha reconstruido a partir del drama que le tocó vivir cuando era apenas una adolescente y fue detenida de manera ilegal por un grupo de tareas del Departamento de Informaciones de la Policía de Mendoza, el siniestro D2.

Otilio Romano, que falleció este martes, fue protagonista de su calvario. Romano y el por entonces juez Luis Miret. Ambos le dieron vuelta la cara a los reclamos de su familia. Los dos fueron cómplices de las torturas padecidas. Y, gracias a la denuncia y el relato de Luz varias décadas más tarde, los dos recibieron la pena que merecían.

Esta es una suerte de carta abierta, una reflexión de lo que implica la muerte del ex camarista federal:

“Hoy muere condenado y en prisión domiciliaria. Un juez que fue cómplice de la patota del D2 y cómplice de la dictadura, y que no tuvo reparos en rechazar hábeas corpus, en no preocuparse por las personas que se denunciaban como secuestradas y desaparecidas en el D2”.

“Fue muy dura la época de mi denuncia; salir públicamente a contar todo lo que me había pasado, pero al mismo tiempo sentí que se hizo justicia. Simplemente eso”.

“No me dio felicidad. En ese momento sentí que en este país avanzábamos hacia una justicia”.

“Gracias a los juicios por delitos de lesa humanidad y posteriormente por mi trabajo en el área de derechos humanos de la provincia he podido reparar y sentir que de algo ha servido todo esto”.

“Poder trabajar por los demás, por los derechos humanos de mis compatriotas, de los mendocinos y aportar lo poco que puedo aportar, ha sido importante. Desde un principio, el hecho de haber denunciado a Romano fue muy difícil para mí. Al mismo tiempo, posibilitó muchas cosas”.

“Me siento reparada y bien conmigo misma, pese a que los genocidas y los cómplices nunca han dicho nada y no han confesado sus participaciones en la represión ilegal y clandestina que hicieron”.

“Seguimos con muchos problemas, pero esa fue mi colaboración: denunciar a los que habían sido cómplices de la dictadura. La vida sigue, lamentablemente las personas fallecen, los cómplices de la dictadura y los genocidas fallecen sin decir dónde están los cuerpos, que eso es tan importante para el país entero. Es saber qué pasó con los desaparecidos. Lamentablemente, mueren sin decir nada y siempre negando sus delitos”.

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