Los primeros trabajos en la colonia

*En los primeros tiempos del departamento, la principal ocupación fue la ganadería, por el peligro de los malones la agricultura no se había desarrollado, sólo existía una agricultura de subsistencia, se plantaba algo de trigo, y se molía con grandes ruedas de piedra, como la que se  conserva en la Plazoleta del Fuerte de la villa 25 de Mayo, ya que no había otra forma de conseguir harina, pero esto era sólo para consumo local, varias personas tenían campos con trigo y en especial en la estancia “Los Álamos” de don Domingo Bombal.

Iselín, recién llegado, también se dedicó a la ganadería y llegó a poseer un gran número de cabezas de ganado, esta actividad nunca la abandonó. En San Rafael la ganadería subsistió como actividad muy importante hasta la caída de ceniza en 1929.

Al comprar las tierras Iselín notó la feracidad del suelo  y la excelencia del clima, entonces decidió iniciar plantaciones de frutales y el cultivo de la vid.

Cuando ahora miramos a nuestro alrededor vemos toda la cubierta vegetal, con un verde esmeralda que nos asombra, pero…¿fue siempre igual? No,  lo que ellos vieron cuando arribaron a esta zona, fue  una vegetación natural espinosa y bastante abundante, propia de la formación fitogeográfica del Monte: como algarrobos, chañares, caldenes, jarillas, piquillín, y pastos duros, como el coirón.  No había nada de este verde  que cubre todo  en verano, no habían edificaciones, ni calles, ni puentes.

Cuando los pioneros compraron las tierras tuvieron que realizar un gran esfuerzo,  el primer trabajo fue desmontar, arrancar toda esa masa vegetal espinosa, trabajo realizado a pala y pico, bajo un sol abrasador. En los momentos de descanso buscaban alguna sombra,  bajo enormes algarrobos y caldenes, los que ya prácticamente han desaparecido de la planicie. Se pueden hallar en sitios protegidos, como en las sierras, donde el paisaje aún  se conserva natural. Hubo algunos pioneros que quisieron conservar el monte cómo era originalmente y así dejaban en medio de sus fincas un gran caldén o un algarrobo, para que sus nietos vieran como era el paisaje original, como ejemplo puedo citar a don Pablo Cuartara, en Rama Caída.

Una vez terminado el desmonte de las especies más grandes, había que arrancar las raíces, trabajo que se realizaba con rastrones de madera tirados por una yunta de bueyes.  ¡Cuánto trabajo para poder llegar a plantar!

Pero aquí no terminaba todo, seguía luego el trabajo de nivelación, esto sólo se realiza en los campos donde es necesario el riego artificial, como es en nuestra zona, porque de lo contrario el agua no puede deslizarse. Cuando parecía que el terreno ya estaba bien parejo, se inundaba la zona y el agua hacía ver las imperfecciones.

¡Al fin se podían hacer los surcos! Con rastrones tirados por bueyes, se comenzaba  el trabajo previo a la plantación, trazar los surcos por donde circularía el agua.

Todo esto lo debían hacer, tanto si se dedicaban a la agricultura como a la ganadería, ya que al ganado no se lo podía alimentar sólo con la vegetación natural y había que hacer potreros de alfalfa, los que también se cultivaban bajo riego.

Para regar había que abrir canales, y cuanta más gente llegaba, más canales se derivaban del río; en los primeros tiempos sólo del Diamante, años después también del Atuel.

Iselín trajo técnicos que organizaron un campo de experimentaciones agrícolas y de aclimatación de frutales y  árboles, en su mayoría importados de Francia. El campo se encontraba en los terrenos que actualmente ocupan Vialidad y el Hospital Teodoro Schestakow. En una exposición organizada por el Ministerio de Economía en Buenos Aires, obtuvo medalla de oro por las frutas que presentó, en especial unos enormes duraznos, con 3 duraznos se hacía 1 kilo.

Como disponía de capital, hizo traer estacas de vides finas, de origen francés,  y aprovechó la mano de obra especializada y voluntariosa de los italianos que habían venido con el cura Marco. Estos no sabían trabajar los viñedos, pero aprendieron con Iselín y después fueron contratados por otros propietarios, pues eran muy trabajadores y responsables.

Iselín fue realmente el iniciador de una agricultura racional en la zona; del campo de Experimentación salieron vides, frutales y especies arbóreas, que repartía entre los agricultores y  transformaron a «Las Polvaredas» en  el oasis que es hoy.

Prof. María Elena Izuel

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