Una familia con historia agrícola y vitivinícola, sumada a la metalúrgica generan trabajo en El Nihuil.
La metalúrgica prevé sustituir importaciones por u$s12 millones al año y generar exportaciones por u$s6 millones. Con una inversión de $22 millones y generó 105 empleos directos.
La planta industrial de la ex Carbometal en El Nihuil, San Rafael, provincia de Mendoza, vuelve a producir ferrosilicio en la Argentina, para proveer a las acerías nacionales y exportación.
El presidente de Manferro S.A., Carlos Graciano Araujo, y el director Ejecutivo, Fernando Domingo, señalaron «Es una iniciativa muy importante para nuestra industria, porque permite recuperar una fábrica emblemática que cerró en los ’90, además de sustituir importaciones y generar empleo genuino».
La planta tiene una capacidad de producción de 1.000 toneladas por mes de ferrosilicio, de las cuales el 70 por ciento se destinará al mercado interno y el 30% restante para ventas al exterior.
La producción se realiza con casi la totalidad de materia prima producida en la Argentina y requiere la importación de solamente u$s600.000 anuales en pasta electrolítica.
A principios de la década de los ’90, Carbometal exportaba carburo de calcio (materia prima utilizada en la producción de acetileno para la industria metalúrgica y siderúrgica) a Brasil, Israel, Australia, Nueva Zelanda e Italia. Sus dos hornos producían casi 35.000 toneladas por turno. La planta cerró en febrero de 1992, reinició sus actividades en marzo de 1995 y dejó de funcionar definitivamente en febrero de 1997.
Manferro es una firma metalúrgica productora de bienes de capital y su planta principal está ubicada en la ciudad bonaerense de Ramallo. Se dedica a la fabricación de piezas y elementos mecánicos, equipos e instalaciones sidero-metalúrgicas, estructuras pesadas y livianas, recipientes a presión, equipos de procesos, tanques, intercambiadores de calor, hornos, separadores para gas y petróleo y calderería en general.
La historia de los Araujo
Los primeros Araujo en la región cuyana se instalaron en la zona de llanura del río Mendoza llamada Costa de Araujo. Este Apellido se integra a la región y le da su nombre debido a que inmigrantes españoles de la familia Araujo le compraron al cacique Sahianca esas tierras. Este cacique las había recibido de don José de San Martín en agradecimiento por su colaboración con la gesta Libertadora.
Historia Don Carlos Secundino Araujo, abuelo de Carlos Graciano Araujo, vino de Mendoza a Rosario a los 14 años. Huérfano de padre, deja su familia por las nuevas nupcias de su madre y su irrefrenable deseo de buscar nuevos horizontes. Durante décadas se dedicó a la agricultura en la pequeña finca familiar (de explotación intensiva) que compró con sus primeros ahorros en la localidad de Pérez distante a pocos kilómetros de la ciudad de Rosario. En ese lugar se dedicó a la producción de ciruelas y duraznos que se comercializaban en fresco en los mercados locales desde la década del 30, en el siglo pasado.
Hoy, uno de sus nietos, Carlos Graciano Araujo, vuelve a las tierras mendocinas a desarrollar un emprendimiento familiar con la esperanza de que en un futuro sus cinco hijos y nietos lo prosigan. Don Carlos, en su búsqueda por retornar a sus raíces, adquiere importantes extensiones de fincas en Villa Atuel (San Rafael), adonde antiguamente se ubicaba la Bodega de Leoncio Arizu y comienza a trabajar en estas tierras con su sobrino, Francisco Araujo –que se instala en la zona–, con su primo ingeniero agrónomo, Oscar Crisci, y los ingenieros Luis Niccia y Martín Danielle. Juntos, desarrollan la plantación y restauración de los antiguos viñedos, casas patronales, galpones y bodegas, para montar un desarrollo familiar destinado a producir vinos, aceites y demás productos regionales que conllevan un alto cuidado y calidad. Las marcas con las cuales se los puede identificar en el mercado es Casa Araujo.
Este sueño que ya es una realidad implica la trascendencia de esta arraigada y emprendedora familia rosarina: hijos, primos, sobrinos y amigos se han sumado a este proyecto que vino para quedarse con nosotros y apunta a la perdurabilidad a través de sucesivas generaciones.
Otro de los sueños era reabrir Carbometal y lo logró, los hornos volvieron a despedir el gris humo que se advierte desde kilómetros antes de llegar a El Nihuil.