CIENCIA Y TECNOLOGíA
Los Romanos... los ingenieros del mundo

Hace casi dos mil años, los romanos decidieron hacer lo imposible: llevar agua a una de las ciudades más poderosas del norte de África… desde una fuente situada a más de 60 kilómetros de distancia.
Así nació el acueducto de Cartago, una obra maestra de ingeniería que conectaba el manantial de Zaghouan con la ciudad de Cartago, atravesando colinas, valles y llanuras bajo el implacable sol africano. El agua no viajaba sola: lo hacía con elegancia, a través de arcos majestuosos, túneles invisibles y canales escondidos que desafiaban al desierto.
Con una longitud de más de 130 kilómetros, fue uno de los acueductos más largos del Imperio Romano. No sólo abastecía a la ciudad, sino también a las colosales Termas de Antonino, un símbolo de lujo, higiene y vida pública.
Pero lo que realmente asombra no es solo su tamaño. Es su precisión. El agua descendía con una pendiente casi perfecta, gota a gota, sin necesidad de bombas, solo guiada por la inteligencia de quienes la diseñaron.
A lo largo de los siglos, guerras y terremotos lo dañaron. Y sin embargo, partes del acueducto aún siguen en pie, recordándonos que a veces, la grandeza de un imperio no se mide en batallas, sino en lo que construye para vivir mejor.