*Como es sabido, los Jarrones Chinos son grandes jarros o vasos altos destinados -no a distribuir agua sino- a ornamentación de exteriores o interiores, muchas veces piezas únicas, de fina porcelana, armonía de formas y decoración, alcanzando precios sorprendentes en las subastas de arte (“Wikipedia”), señala el Dr. Enzo Orosito en una nota de opinión que compartimos con nuestros lectores.
Y sobre estos objetos, hemos escuchado decir a Felipe González –en memorable autocrítica- que los ex presidentes (él lo fue en España), “Somos como grandes jarrones chinos en apartamentos pequeños; no se retiran del mobiliario, porque se supone que son valiosos, pero están todo el rato estorbando”.
Lo anterior viene a cuento del actual llamado a Licitación Pública Internacional para la construcción de Portezuelo del Viento –sin el Trasvase del Río Grande al Atuel- que se traducirá en una obra hidroenergética para la Nación y –además- reguladora de las aguas que sirven a Neuquén, La Pampa, Río Negro y Buenos Aires; con una oferta por más de u$s 1000 –casi coincidente con el importe que Mendoza recibe de la Nación por los daños derivados de la promoción industrial- y con un solo oferente, la Ute Malal Hue, consorcio liderado por la empresa china Sinohydro y asociados locales (Ceosa, Impsa y Obras Andinas).
Es que licitar Portezuelo sin Trasvase equivale –ni más ni menos- a pujar en remate por un antiguo Jarrón Chino el cual queremos adquirir para regalar a nuestro/a vecino/a. Intentemos un paralelismo…
Portezuelo es una Megaobra (el Jarrón) que a Mendoza no le aportará un litro de Agua (jarrón de Ornamentación); a emplazarse en el bello Malargüe (jarrón de Interiores o Exteriores, según el lector); que le consumirá u$s 1000 millones como mínimo (carísimo como toda pieza única oriental), fortuna que se llevará Sinohidro (jarrón Chino); y que una vez adquirido será usufructurado por Buenos Aires, La Pampa, R. Negro y Neuquén sin que éstos cofinancien la obra (o sea, jarrón para Regalo).
Nuestros subastadores locales (Ceosa, Impsa, Obras Andinas) nos tientan en su compra porque – dicen- el jarrón chino podrá contemplarse en el jardín (Turismo para el sur mendocino), aunque parte del jardín desaparezca (bajo agua quedarán tramos de rutas y Las Loicas); y agregan que tenerlo generará buena onda o vibra (regalías hidroeléctricas), gracias a las cuales podremos
recuperar su precio luego de un par de décadas (en 40 años –promedio- se estima el retorno de la inversión por generación hidroeléctrica).
Y no es que no me guste tener en nuestra casa (Mendoza) un Jarrón Chino como el del relato. Pero revisando mis ahorros (u$s 1000 mill que dudosamente se repitan) y mis prioridades (la crisis hídrica llegó para quedarse y el desierto avanza) todo aconseja desistir de aquél (clausurando el proceso licitatorio por inconveniente) y –saliendo de la sala de remate oriental- preguntar a quien pueda oírnos (oferentes internacionales pero también nacionales) quién está dispuesto a vendernos una linda Jarra de Mesa pero “para y con” Agua que calme mi sed (o sea, un embalse de menores dimensiones que Portezuelo pero que incluya el Trasvase ya) y a un precio más razonable (muy por debajo de nuestros u$s 1000 mill).
Esa Jarra de Mesa se consigue (es la presa La Estrechura, conocida como la variante Alta); más pequeña que el soñado Jarrón Chino (Portezuelo es tres veces mayor) pero alcanza para lo que la canilla arroja (habrá disminución progresiva del caudal hídrico de Río Grande por retroceso glacial en el próximo siglo); perfectamente apta para llenar nuestros vasos (mediante el Trasvase al Atuel desde esa presa) y –al igual que con el jarrón chino- disfrutar con su estética (cercana a Valle Hermoso, en una zona paradisíaca) y cargarnos de energía y buena vibra (pues el Trasvase aporta 3 centrales hidroeléctricas: Los Morros; Los Molles, Infiernillo; permite poner nuevamente en marcha los Nihuiles; y motoriza la instalación de innumerables microturbinas en canales).
Si optamos por la Jarra Argentina con Agua no tendremos que recurrir al crédito (se estima que en Portezuelo Mendoza terminará endeudándose fuertemente en el sistema financiero); y con lo que sobre de nuestros ahorros (no menos de U$S 500 millones) podremos comprar muchos vasos (la demanda es directamente proporcional al crecimiento poblacional) reparar las cañerías de la casa (filtraciones de viviendas y edificios de la Mendoza urbana) y las mangueras que recorren nuestro jardín (impermeabilización de cauces, entubamiento de tramos, etc); podremos dosificar el consumo del agua (tecnología de riego en sustitución del método a manto), incorporar otras fuentes (aprovechamiento del agua subterránea) y reutilizar las aguas grises (acre). Y todo éso en toda la casa (léase Mendoza, no sólo el sur mendocino), garantizando ocupación y trabajo.
Lo bueno es que –a diferencia del Jarrón Chino- la Jarra Argentina se encuentra en varios comercios, quienes competirán naturalmente por un mejor precio (en cambio, un gran sector del empresariado ha señalado que el pliego de Portezuelo limitó injustificada y severamente la competencia, posibilitando sólo un oferente a quien hoy se le está rogando para que baje el precio, aún admitiendole que –indebidamente- cambie el producto originalmente ofrecido).
Claro, la “Jarra Argentina” no se regala. Aunque los vecinos también necesiten de ella sólo le permitimos su goce (pues los cerros son mendocinos) y organizamos su uso compartido (pues la jurisdicción es interprovincial vía Coirco); pero la compramos entre todos los vecinos (o sea ,entre las 05 Provincias, como corresponde) y siempre que venga “con” Agua (le facilitamos los cerros para hacer una represa común a cambio de que no obstaculicen el trasvase). Lo cual evitará –además que en mi familia me acusen de mala administración de los ahorros de todos (pues en algún momento, los funcionarios mendocinos deberán rendir cuentas).
Así las cosas, todo indica que insistir con el Jarrón Chino es el “capricho” del Siglo.
*Por Enzo Orosito/abogado/Concejal MC/Dirigente Político